Dar consultoría en RSE y en cómo obtener el distintivo de Empresa Socialmente Responsable (ESR) otorgado por el Centro Mexicano para la Filantropía (CEMEFI) ha sido una de las experiencias más desafiantes de mi carrera. Desde el primer momento en que me adentré en el mundo de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), supe que el camino estaría lleno de obstáculos, pero también de oportunidades para aprender y crecer, tanto profesional como personalmente.

Una de las primeras experiencias que recuerdo con claridad fue con una empresa mediana del sector manufacturero. Los directivos estaban interesados en obtener el distintivo ESR, pero su enfoque estaba centrado en la rentabilidad inmediata. Al principio, hablar de RSE y sostenibilidad parecía una conversación fuera de lugar, casi como si estuviera proponiendo que cambiasen su modelo de negocio completamente. Sin embargo, sabía que la clave estaba en demostrar que la RSE no solo es ética, sino también rentable a largo plazo.

Durante una de las reuniones iniciales, decidí utilizar una metáfora para explicar el concepto de RSE. Comparé la empresa con un árbol frutal: si solo te enfocas en recolectar los frutos, eventualmente el árbol se debilitará y dejará de producir. Pero si cuidas del árbol, lo riegas, lo podas y le das los nutrientes necesarios, seguirá dando frutos año tras año. Esta imagen ayudó a los directivos a entender que invertir en RSE es como invertir en el cuidado del árbol, asegurando la sostenibilidad y el crecimiento a largo plazo.

Sin embargo, no todo fue tan sencillo. Recuerdo claramente un caso con una empresa del sector de servicios que tenía una cultura organizacional muy arraigada en prácticas tradicionales. Convencer a los directivos de la importancia de la RSE fue un verdadero desafío. Tuvimos que realizar múltiples talleres y capacitaciones, no solo para los directivos, sino también para los empleados, mostrando ejemplos concretos de cómo otras empresas habían logrado beneficios tangibles a través de la RSE. Fue un proceso lento, pero al final, logramos que adoptaran políticas de RSE que no solo mejoraron su imagen corporativa, sino que también aumentaron la satisfacción y retención de empleados.

Otro caso interesante fue con una empresa del sector alimentario. El director general estaba convencido de que obtener el distintivo ESR sería una pérdida de tiempo y recursos. Decidí enfocarme en la generación de valor que la RSE podría traer a su negocio. Realizamos un análisis detallado de su cadena de suministro, identificando áreas donde podrían implementar prácticas sostenibles que, además de mejorar su impacto ambiental, reducirían costos operativos. Mostré cómo, al adoptar estas prácticas, no solo cumplirían con los criterios para el distintivo ESR, sino que también mejorarían su eficiencia operativa. Esta demostración de valor tangible fue lo que finalmente convenció al director general de invertir en RSE.

Un ejemplo particularmente memorable fue con una empresa tecnológica que estaba pasando por un período de rápida expansión. Los fundadores eran jóvenes y entusiastas, pero su conocimiento sobre RSE era limitado. Inicialmente, veían la RSE como una distracción de su objetivo principal: crecer y capturar el mercado. Decidí abordar este caso desde una perspectiva diferente, enfocándome en cómo la RSE podía convertirse en una ventaja competitiva. Les hablé sobre cómo las prácticas responsables podían mejorar su reputación y atraer a los mejores talentos, especialmente entre los jóvenes profesionales que valoran trabajar para empresas con un propósito más allá del lucro.

Implementamos un programa de voluntariado corporativo que no solo benefició a la comunidad local, sino que también fomentó un fuerte sentido de pertenencia y orgullo entre los empleados. Además, incorporamos prácticas de sostenibilidad en sus operaciones diarias, desde el uso de energías renovables hasta la gestión responsable de residuos electrónicos. En poco tiempo, la empresa no solo obtuvo el distintivo ESR, sino que también experimentó un aumento significativo en la retención de empleados y en la satisfacción del cliente. Este caso me enseñó que, con la estrategia adecuada, la RSE puede ser un poderoso motor de crecimiento y diferenciación en el mercado.

Otro desafío interesante fue trabajar con una empresa del sector construcción, tradicionalmente menos inclinada hacia la RSE. Los directivos tenían una visión muy pragmática y se mostraban escépticos ante cualquier iniciativa que no tuviera un retorno de inversión claro e inmediato. Aquí, la estrategia fue involucrar a todas las partes interesadas, desde los directivos hasta los empleados de campo. Organizamos sesiones de co-creación donde discutimos los valores y objetivos de la empresa, y cómo la RSE podía alinearse con estos. Utilizamos datos y ejemplos específicos de la industria para demostrar que las prácticas responsables no solo mejoran la imagen de la empresa, sino que también pueden reducir riesgos y costos a largo plazo. Finalmente, logramos implementar un programa integral de RSE que no solo mejoró las condiciones laborales y la seguridad en el trabajo, sino que también fortaleció las relaciones con las comunidades locales.

Cada experiencia ha sido única y me ha enseñado valiosas lecciones sobre cómo abordar la RSE en diferentes contextos empresariales. He aprendido que la clave está en personalizar el enfoque, entender las necesidades y preocupaciones específicas de cada empresa, y mostrar cómo la RSE puede integrarse de manera natural y beneficiosa en su modelo de negocio.

A lo largo de estos años, he aprendido que cada empresa es un mundo y que no existe una fórmula mágica para implementar la RSE. Sin embargo, hay ciertos aprendizajes que, a través de ensayo y error, se han vuelto fundamentales en mi enfoque de consultoría:

  1. Escucha activa y empatía: Antes de proponer cualquier cambio, es crucial entender la cultura y los valores de la empresa. Solo así podrás adaptar las estrategias de RSE de manera que sean aceptadas y adoptadas por todos los niveles de la organización. He aprendido que la escucha activa y la empatía son herramientas poderosas para construir confianza y colaboración.
  2. Demostrar con ejemplos concretos: Utilizar casos de éxito y ejemplos tangibles ayuda a que los directivos visualicen los beneficios de la RSE. Las historias de otras empresas que han logrado mejorar su rentabilidad y sostenibilidad son poderosas herramientas de convencimiento. Además, los datos y las evidencias concretas son esenciales para ganar la aprobación de los más escépticos.
  3. Metáforas y analogías: A veces, conceptos complejos pueden ser más fáciles de entender si se explican a través de metáforas o analogías. Esto facilita la comprensión y ayuda a que los directivos vean la RSE desde una perspectiva diferente. Las imágenes mentales y las historias son formas efectivas de comunicar ideas abstractas de manera clara y memorable.
  4. Paciencia y perseverancia: Implementar cambios significativos en una organización lleva tiempo. Es importante ser paciente y perseverar, incluso cuando los resultados no sean inmediatos. La constancia y el compromiso son clave para el éxito a largo plazo. A lo largo de los años, he aprendido que el cambio cultural es un proceso gradual que requiere tiempo y dedicación.
  5. Enfocarse en la generación de valor: Siempre que hablo de RSE, trato de mostrar cómo puede generar valor para la empresa. Ya sea a través de la mejora de la eficiencia operativa, la reducción de costos, o el aumento de la satisfacción de los empleados y clientes, es fundamental que los directivos vean la RSE como una inversión, no como un costo. He descubierto que la clave está en alinear las iniciativas de RSE con los objetivos estratégicos de la empresa, demostrando así su relevancia y impacto positivo en el negocio.

La consultoría para obtener el distintivo ESR de CEMEFI ha sido una travesía llena de aprendizajes y desafíos. Cada empresa con la que he trabajado me ha enseñado algo nuevo, y estas experiencias han moldeado mi enfoque y mi pasión por la RSE. Si bien convencer a los directivos de la importancia de la RSE no siempre es fácil, la satisfacción de ver cómo las empresas mejoran y prosperan gracias a estas prácticas es indescriptible. La RSE no solo transforma a las empresas, sino también a las personas que forman parte de ellas, creando un impacto positivo y duradero en la sociedad y el medio ambiente.

Reflexionando sobre mi trayectoria, puedo decir que cada desafío superado ha sido una oportunidad para crecer y mejorar como profesional. La RSE no es solo una herramienta para mejorar la imagen corporativa, sino una filosofía que, cuando se adopta genuinamente, puede transformar el tejido mismo de una organización. Y aunque el camino puede ser arduo y lleno de obstáculos, las recompensas son invaluables, tanto para las empresas como para la sociedad en general.

En resumen, estos cinco aprendizajes que he mencionado no solo han sido esenciales para mi trabajo como consultor, sino que también han moldeado mi visión sobre la RSE. Cada uno de ellos es un recordatorio de que, aunque el camino hacia la sostenibilidad y la responsabilidad social puede ser desafiante, es un viaje que vale la pena emprender, lleno de oportunidades para aprender, crecer y hacer una diferencia real en el mundo.

Conoce más de medición de impacto aquí o sobre el Distintivo ESR aquí.

Dr Roberto Carvallo Escobar

Director de Terraética