Han pasado cerca de cincuenta años desde que el libro La primavera silenciosa de Rachel Carson fue publicado. Y vamos acercándonos al mismo número de años desde la bomba poblacional de Paul R. Erhlich. El primero se publicó en 1962 y el segundo a finales de la misma década. ¿Qué ha cambiado desde ese entonces hasta nuestros días? ¿Qué se ha solucionado y qué sigue pendiente? ¿Cómo ha revolucionado la noticia de que estamos destruyendo el planeta y su biosfera y de que estamos peligrosamente llegando a un punto de carga del planeta insostenible? ¿Hemos logrado identificar los problemas que deterioran el planeta -primer paso para llegar a las soluciones- o por lo menos hemos llegado a ser conscientes de que nos encontramos en serias dificultades ambientales? ¿Hemos caído en cuenta de que los problemas ambientales afectan directamente al hombre y al tejido social o creemos todavía que podremos vencer cualquier carencia a través de la técnica y la tecnología? ¿Creemos que somos parte de la naturaleza y dependemos de ella o pensamos que podemos pervivir allende ella? ¿Cómo nos hemos desarrollado como sociedad frente al mundo y a costa de él?

¿Qué sabemos hasta ahora de la RSE? Se han escritos muchos textos tanto de entidades públicas (Comisión Europea, Forética, etc.) así como de asociaciones y organizaciones privadas y de la academia para definir qué es aquello a lo que nos referimos cuando hablamos de responsabilidad social. Existe de igual manera la discusión para saber si aquella definición se atribuye a las empresas o a las corporaciones. Su nombre en inglés, más internacional, ha llevado a definirlo como Responsabilidad Social Corporativa, cuyo nombre se sigue a lo largo de Latinoamérica, mientras que en Europa se ha preferido el término de Responsabilidad Social Empresarial.

De esta discusión han surgido detractores de la caracterización que tiene la palabra“Corporativa” dada su connotación de amoralidad implícita en la noción de corporación y a su vez, la idea de Responsabilidad social sigue sin lograr apropiarse de la carga semántica suficiente para dar los saltos entre prácticas responsables de PYMES de grandes corporaciones trasnacionales. Existe curiosamente una rama de investigadores de la Responsabilidad social que prefieren demarcar la acción y alcance ella acorde el tamaño de institución o empresa. Esto ejemplifica el constante intento de internacionalización de la noción de responsabilidad social y de lograr que todos los agentes, sean gobierno, sector privado o academia sepan perfectamente de qué exactamente se está hablando cuando se trata la responsabilidad social. Se han querido evitar ambigüedades en el término y se ha querido, por varios medios, facilitar la comprensión de aquello que atañe la comprensión y las tareas de la Responsabilidad social.

Sin embargo, en toda esta discusión existen también problemas que han ocasionado que los debates importantes se alejen de lo que realmente importa en la responsabilidad social. En tanto, los detractores de la responsabilidad social han aprovechado la oportunidad de confusión y de esta divagación conceptual para acentuar la dificultad de implementación y seguimiento de normas socialmente responsables. Por ello mismo, sin importar si la Responsabilidad social es corporativa o empresarial o de si es incorrecta una traducción u otra, no debemos olvidar lo más importante del término: responsabilidad.

Responsabilidad que tenemos no solo con el planeta sino con las personas que la habitan. Responsabilidad por resarcir el daño que hemos generado y responsabilidad por regenerar aquello que hemos destruido para asegurar que las próximas generaciones puedan tener, por lo menos, las mismas oportunidades que nosotros hemos tenido. Responsabilidad por las personas que viven en las costas, en las zonas áridas, cerca de los Deltas y en todas las áreas que se verán afectadas por nuestras acciones. Responsabilidad que tenemos para ayudar a otros que no han tenido la suerte  con la que hemos nacido pero que día a día muestran la mayor de las fortalezas. Responsabilidad por proteger a todo aquel que por una u otra razón no puede defenderse por sí solo.