Uno de los elementos más complejos y estratégicos que he encontrado es la creación de una Teoría de Cambio (TdC). Este proceso, que puede parecer simple en la teoría, está lleno de desafíos que requieren una comprensión profunda tanto de la intervención social como del contexto en el que se implementa. La Teoría de Cambio no es solo una herramienta de planificación; es una representación visual y narrativa de cómo se espera que las acciones específicas de una inversión social generen los resultados esperados a largo plazo. Sin embargo, desarrollar una TdC efectiva implica navegar por una serie de retos metodológicos, conceptuales y prácticos.

En este artículo, quiero compartir los principales desafíos que he encontrado al trabajar en la construcción de Teorías de Cambio, desde la definición clara de los objetivos hasta la identificación de supuestos y la medición de resultados. A lo largo de los años, he aprendido que superar estos obstáculos es clave para asegurar que la TdC no solo sea útil para la planificación estratégica, sino que también sirva como una guía sólida para medir el impacto de la inversión social.

La definición clara de los objetivos: un primer paso esencial, pero complicado

Uno de los mayores desafíos al desarrollar una Teoría de Cambio es lograr una definición clara y precisa de los objetivos de la inversión social. Esto puede parecer obvio, pero en la práctica he descubierto que muchas organizaciones tienen una visión difusa o demasiado amplia de lo que esperan lograr. A menudo, los objetivos se formulan de manera vaga, lo que dificulta crear una ruta de cambio específica y medible.

Recuerdo trabajar con una organización que buscaba «mejorar la calidad de vida de las comunidades rurales». Aunque es un objetivo noble, es demasiado amplio para estructurar una TdC. En ese caso, mi primer reto fue ayudar a la organización a desglosar este objetivo general en resultados más específicos y accionables, como mejorar el acceso a agua potable o aumentar los ingresos de los pequeños productores agrícolas. Sin una definición clara de los objetivos, es prácticamente imposible desarrollar una TdC coherente que conecte las actividades con los resultados esperados.

La identificación de supuestos: un factor clave que a menudo se pasa por alto

Otro desafío significativo que enfrento frecuentemente en la construcción de Teorías de Cambio es la identificación de los supuestos. Estos son los factores que asumimos como ciertos para que la lógica del cambio funcione, pero que en realidad pueden no cumplirse. Subestimar la importancia de los supuestos puede llevar a una TdC que no refleje la realidad, lo que genera problemas en la implementación de la inversión social.

Un caso que ilustra este desafío fue un proyecto destinado a mejorar los niveles educativos de los estudiantes en zonas marginadas. En la TdC inicial, se asumió que los padres de los niños apoyarían activamente las actividades educativas en casa. Sin embargo, no se tomó en cuenta que muchos padres no tenían el tiempo ni los recursos para involucrarse. Este supuesto, que en su momento no fue discutido, resultó ser un obstáculo significativo para el éxito del programa.

Desde esa experiencia, aprendí a poner mayor énfasis en la identificación de los supuestos en las TdC que desarrollo. No es suficiente listar actividades y resultados; es crucial hacer explícitos los factores que se dan por sentados y que podrían influir directamente en el éxito o fracaso de la intervención. Una TdC sólida debe no solo incluir estos supuestos, sino también prever medidas para abordarlos en caso de que no se cumplan.

La conexión entre actividades, productos y resultados: el desafío de la causalidad

Otro reto importante es establecer una conexión lógica clara entre las actividades, los productos inmediatos y los resultados a mediano y largo plazo. En teoría, esto puede parecer una simple cadena de causa y efecto, pero en la práctica, la realidad es mucho más compleja. A menudo, me he encontrado con TdC que intentan hacer conexiones causales demasiado directas o simplistas entre las actividades y los resultados, sin tener en cuenta los múltiples factores externos que influyen en el proceso.

Un ejemplo reciente es un proyecto enfocado en mejorar la seguridad alimentaria en comunidades vulnerables. El equipo que desarrolló la TdC originalmente planteó que, simplemente proporcionando acceso a semillas y capacitación en técnicas agrícolas, los niveles de seguridad alimentaria mejorarían significativamente en un plazo de dos años. Sin embargo, no se consideraron factores como las condiciones climáticas adversas, la fluctuación de precios en los mercados locales o las barreras de acceso a mercados para los agricultores. Como resultado, la TdC no reflejaba adecuadamente la complejidad del entorno en el que se desarrollaba el programa.

Para superar este desafío, dedico tiempo a trabajar con los equipos para que comprendan que las relaciones causales no siempre son lineales. Una TdC efectiva debe incluir un análisis detallado de las múltiples variables que pueden influir en el éxito de una intervención y debe ser lo suficientemente flexible para adaptarse a los cambios en el contexto.

La medición de resultados a largo plazo: una tarea difícil pero crucial

Uno de los aspectos más complicados al desarrollar una TdC es cómo medir los resultados a largo plazo. En muchas inversiones sociales, los cambios que realmente importan, como la reducción de la pobreza o la mejora en la calidad de vida, pueden tardar años en manifestarse. Esto plantea un desafío significativo en términos de cómo estructurar una Teoría de Cambio que permita medir el impacto de manera continua, a pesar de que los resultados finales pueden no ser visibles durante varios años.

Recuerdo un proyecto enfocado en mejorar el acceso a educación en comunidades rurales. El objetivo final era aumentar las tasas de graduación en la educación secundaria, algo que claramente tomaría tiempo. Sin embargo, durante la implementación, tuvimos que establecer una serie de hitos intermedios que nos permitieran medir el progreso, como el aumento en la inscripción escolar y la reducción en las tasas de abandono. Al incluir estos resultados intermedios en la TdC, logramos monitorear el avance del programa sin perder de vista los resultados a largo plazo.

Este tipo de estructura escalonada es algo que siempre trato de implementar en las TdC que desarrollo. Es importante que la Teoría de Cambio no se centre únicamente en el resultado final, sino que también incluya puntos de medición a lo largo del camino que permitan evaluar si la intervención está en el camino correcto.

La participación de los actores clave: un reto organizativo y comunicacional

Finalmente, uno de los mayores desafíos que enfrento al desarrollar una Teoría de Cambio es asegurar la participación de todos los actores clave. Una TdC es, en esencia, una herramienta colaborativa que debe reflejar las expectativas y las experiencias de todos los involucrados en el proceso. Sin embargo, reunir a todos los actores en torno a una visión compartida no es tarea fácil.

En varios de mis proyectos, me he encontrado con dificultades para lograr que las diferentes partes interesadas se pongan de acuerdo sobre los objetivos y los resultados esperados. En algunos casos, los donantes tienen una visión muy diferente de lo que constituye el éxito en comparación con los implementadores locales. Este tipo de diferencias pueden generar conflictos a la hora de diseñar la TdC, ya que todos los actores necesitan sentir que sus intereses y expectativas están reflejados en el modelo.

Mi estrategia para superar este desafío es organizar talleres colaborativos desde el inicio del proceso, donde todos los actores tengan la oportunidad de compartir sus perspectivas. Estos talleres no solo ayudan a alinear expectativas, sino que también generan un sentido de propiedad compartida sobre la Teoría de Cambio, lo que facilita su implementación a largo plazo.

Mi metodología para desarrollar una Teoría de Cambio para una inversión social

A continuación, presento los pasos que sigo para desarrollar una Teoría de Cambio en el contexto de una inversión social, por ejemplo, en un proyecto educativo:

  1. Definir claramente los objetivos del proyecto: Este es el punto de partida fundamental. Identifico los objetivos específicos que se quieren alcanzar, evitando generalidades como «mejorar la calidad de vida». En un proyecto educativo, el objetivo podría ser aumentar la tasa de graduación en escuelas rurales.
  2. Identificar supuestos: Hago explícitos todos los factores que asumimos como ciertos, como la participación de los padres o la estabilidad económica de la región. Estos supuestos se discuten y se plantean estrategias para manejarlos si no se cumplen.
  3. Establecer la lógica de la intervención: Defino cómo las actividades específicas del proyecto llevarán a productos inmediatos (capacitación de docentes, entrega de materiales educativos), que a su vez generarán resultados a mediano plazo (mejora en las habilidades de los estudiantes) y resultados a largo plazo (mayor tasa de graduación).
  4. Crear indicadores de progreso: Para cada etapa de la TdC, defino indicadores claros que permitan medir el progreso. Estos incluyen tanto indicadores de proceso (como el número de docentes capacitados) como de impacto (mejora en el rendimiento académico).
  5. Involucrar a los actores clave: Organizo talleres participativos con todos los actores involucrados, desde los donantes hasta los beneficiarios directos, para asegurar que la Teoría de Cambio refleje una visión compartida.
  6. Monitoreo y ajuste continuo: Implemento un sistema de monitoreo que permita ajustar la TdC a medida que avanza el proyecto, asegurando que se mantenga relevante y alineada con los objetivos originales.

Esta metodología me ha permitido desarrollar Teorías de Cambio que no solo son funcionales, sino también realistas y adaptables a los contextos cambiantes en los que operan las inversiones sociales.

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Dr Roberto Carvallo Escobar

Director de Terraética