Después de años trabajando como consultor en sustentabilidad aquí en México, he visto de todo. Desde empresas que piensan que cambiar sus popotes de plástico por unos de papel ya las convierte en sustentables, hasta otras que gastan millones en reportes ESG hermosos pero que no mueven ni un gramo de CO2 en la realidad.
La verdad es que el tema de ESG (Environmental, Social, and Governance) se ha vuelto súper popular, especialmente después de la pandemia, pero también se ha llenado de buenas intenciones mal ejecutadas y, seamos honestos, de mucho «greenwashing» disfrazado de estrategia seria.
Como consultor que ha trabajado con empresas desde startups hasta corporativos multinacionales, quiero compartir contigo los errores más cabrones que he visto una y otra vez, para que no caigas en las mismas trampas.
El error #1: crear un «ESG Frankenstein» juntando iniciativas sueltas
El típico: «Ya tenemos un programa de reciclaje, donamos juguetes en Navidad, y el CEO es mujer. ¿Ya somos ESG, verdad?»
No. Tener un montón de programas dispersos no es estrategia ESG, es un frankenstein corporativo. Es como decir que tienes una sinfonía porque tocas tres instrumentos diferentes al mismo tiempo.
Recuerdo una empresa manufacturera que presumía tener «15 programas de sustentabilidad.» Cuando los revisé, era un desmadre total: el programa de ahorro de agua no tenía nada que ver con el de proveedores locales, que no tenía nada que ver con el de becas estudiantiles. Cada área había inventado su programa sin hablar con las demás.
El resultado: gastaban un montón de recursos, tenían cero sinergia, y cuando llegaba el momento de reportar, no sabían ni cómo conectar las piezas. ESG no es una colección de programas bonitos, es un sistema integrado que responde a una lógica de negocio clara.
El error #2: el síndrome del «Excel mágico» para calcular emisiones
«Oye, ¿me puedes hacer una calculadora de huella de carbono en Excel que funcione para toda la empresa?»
¡Ay, no! He visto contadores súper capaces intentando calcular emisiones de alcance 3 con formulas de Excel que parecen jeroglíficos egipcios. Y lo peor es que cuando les preguntas de dónde sacaron los factores de emisión, te dicen: «Los encontré en Google.»
El problema no es usar Excel (que puede funcionar para empresas pequeñas y simples), sino pretender que una hoja de cálculo casera va a manejar la complejidad real de calcular emisiones. Especialmente cuando tienes múltiples ubicaciones, diferentes tipos de energía, transportes diversos, y una cadena de suministro compleja.
Tuve un cliente que había estado reportando sus emisiones durante tres años usando un Excel súper elaborado. Cuando hicimos la auditoría, descubrimos que tenían errores de cálculo que los hacían ver 40% mejor de lo que realmente estaban. Imagínate la sorpresa cuando tuvieron que corregir tres años de reportes.
El error #3: la obsesión con el «Net Zero» sin entender qué significa
«Queremos ser net zero para 2030 porque la competencia ya lo anunció.»
¿Ya calculaste tus emisiones actuales? ¿Ya sabes qué significa operacionalmente ser net zero en tu industria? ¿Ya checaste si existe la tecnología para lograrlo? «Ehh, no, pero suena bien.»
Net zero se ha vuelto la frase de moda que todos quieren usar sin entender las implicaciones. He visto empresas que anuncian metas de net zero súper ambiciosas y después descubren que tendrían que cerrar operaciones o cambiar completamente su modelo de negocio para cumplirlas.
Recuerdo una empresa de cemento que quería ser net zero sin considerar que las emisiones de proceso (no de energía) representan el 60% de su huella. Básicamente estaban prometiendo reinventar la química del cemento en 10 años. Spoiler alert: no lo lograron.
El error #4: contratar a la «Gerente de todo ESG» (y esperar milagros)
«Contratamos a una gerente de sustentabilidad súper capaz. Ya con eso tenemos cubierto ESG, ¿no?»
Esta pobre gerente llega súper motivada y se encuentra con que tiene que convencer a compras de cambiar proveedores, a finanzas de aprobar presupuestos, a RRHH de modificar políticas, a operaciones de cambiar procesos, y a mercadotecnia de no hacer greenwashing. Todo mientras el resto de los directivos le dicen «a ver qué haces.»
Es como contratar a un director de orquesta y esperar que toque todos los instrumentos al mismo tiempo. He visto gerentes de sustentabilidad talentísimos quemarse porque les dieron responsabilidad total pero autoridad cero.
Una cliente me contó que llevaba dos años proponiendo un programa de proveedores sustentables súper sólido, pero el director de compras la ignoraba completamente porque «eso iba a encarecer todo» y nadie le había explicado que ESG era prioridad estratégica de la empresa.
El error #5: creer que «diversidad e inclusión» es solo poner más mujeres en fotos
«Ya somos diversos, mira nuestro reporte, 50% de las fotos son de mujeres.»
La diversidad cosmética es el error más común y más peligroso en la parte social de ESG. Cambiar las fotos del reporte, tener una cuota de mujeres en puestos junior, o presumir que contratas personas con discapacidad (pero solo para ciertos trabajos) no es diversidad real.
He visto empresas que presumen indicadores de género súper padres a nivel general, pero cuando desglosas por niveles jerárquicos, descubres que todas las mujeres están en puestos operativos y todos los hombres en puestos directivos. O empresas que contratan personas indígenas pero solo para trabajo manual.
Un cliente estaba súper orgulloso porque había logrado 40% de mujeres en su plantilla. Cuando revisamos los datos por área, resultó que el 80% estaban en administración y atención al cliente, y solo el 5% en áreas técnicas o comerciales. Eso no es diversidad, es segregación ocupacional.
El error #6: no involucrar a los stakeholders reales
Aquí viene otro clásico: diseñar la estrategia ESG en una sala de juntas con puros directivos, sin preguntarle a nadie más qué necesitan o qué esperan.
Los stakeholders no son conceptos abstractos, son personas reales con necesidades reales. Y en México tenemos stakeholders súper específicos que muchas veces se ignoran: comunidades indígenas, trabajadores informales, pequeños proveedores locales, autoridades municipales.
Recuerdo una empresa que diseñó toda una estrategia de «desarrollo comunitario» sin hablar con las comunidades. Llegaron con su plan súper elaborado y resultó que lo que las comunidades necesitaban no tenía nada que ver con lo que ellos habían planeado. Terminaron desperdiciando tiempo y recursos porque no hicieron la tarea básica de preguntar.
El error #7: establecer metas irreales o sin base científica
«Vamos a ser carbono neutral para 2025.» «Vamos a reducir nuestras emisiones 80% en dos años.» «Vamos a ser la empresa más sustentable del país.»
¿En serio? ¿Ya hicieron los números? ¿Ya calcularon qué implica eso operacionalmente? ¿Ya checaron si es técnicamente posible?
Establecer metas irreales no solo es contraproducente, es peligroso. Cuando no las cumples (porque eran imposibles desde el principio), pierdes credibilidad con todos tus stakeholders: empleados, inversionistas, clientes, reguladores.
Las metas tienen que ser ambiciosas, sí, pero también tienen que estar basadas en ciencia y en la realidad de tu operación. Es mejor comprometerte a algo alcanzable y superarlo, que prometer la luna y no entregar ni las estrellas.
El error #8: no tener un sistema de medición robusto
«Creemos que estamos mejorando.» «Se siente que el ambiente laboral está mejor.» «Parece que estamos consumiendo menos energía.»
¡No! En ESG, como en cualquier tema de negocio serio, lo que no se mide no se puede gestionar. Y lo que no se gestiona no mejora.
He visto empresas que implementan iniciativas ESG súper innovadoras pero no tienen forma de medir si realmente están funcionando. Es como manejar con los ojos vendados.
Necesitas KPIs específicos, sistemas de recopilación de datos confiables, procesos de verificación, y reportes regulares. Y no me refiero a métricas vanidosas como «número de árboles plantados» o «horas de capacitación impartidas.» Me refiero a métricas que realmente reflejen el impacto: reducción real de emisiones, mejoras en indicadores de clima laboral, disminución de rotación, aumento en satisfacción de comunidades.
El error #9: ver ESG como un costo, no como una inversión
«¿Cuánto nos va a costar todo esto?» Esta pregunta siempre me dice mucho sobre cómo una empresa ve ESG.
Si lo ves como costo, vas a buscar la opción más barata, vas a recortar presupuestos cuando haya presión financiera, y vas a esperar resultados inmediatos.
Pero ESG es inversión. Es inversión en reducción de riesgos, en mejora de eficiencias, en atracción de talento, en acceso a capital, en posicionamiento competitivo.
Las empresas que entienden esto presupuestan ESG como inversión de largo plazo, no como gasto. Y sorpresa: son las que obtienen mejores resultados.
El error #10: no comunicar internamente
Diseñas una estrategia ESG increíble, la aprueba el consejo, contratas consultores, implementas proyectos… y tus empleados no tienen ni idea de qué está pasando.
La comunicación interna es crítica. Tus empleados son tus primeros embajadores ESG. Si ellos no entienden la estrategia, no la van a apoyar. Y si no la apoyan, no va a funcionar.
Pero ojo, no es solo mandar un correo con el reporte de sustentabilidad. Es explicar cómo ESG se conecta con el trabajo diario de cada persona, cómo pueden contribuir, qué cambios van a ver, qué beneficios van a obtener.
El error #11: ignorar el contexto regulatorio mexicano
México tiene un contexto regulatorio específico en temas ESG que muchas empresas ignoran. Tenemos la Ley General de Cambio Climático, obligaciones específicas de reporteo para empresas públicas, regulaciones ambientales estatales y municipales, y obligaciones laborales específicas.
Muchas empresas diseñan estrategias ESG copiando frameworks internacionales sin considerar qué es obligatorio aquí en México y qué no. Terminan gastando recursos en cosas que no son prioridad regulatoria e ignorando cosas que sí lo son.
El error #12: no prepararse para el escrutinio
En el mundo actual, todas las empresas están bajo la lupa. Activistas, ONGs, periodistas, redes sociales, empleados descontentos… todos pueden exponer inconsistencias entre lo que dices que haces y lo que realmente haces.
Si tu estrategia ESG no puede sobrevivir escrutinio público, no es una buena estrategia. Punto.
He visto empresas que se han metido en problemas enormes porque alguien encontró inconsistencias entre sus reportes ESG y su operación real. En la era de la transparencia digital, no puedes darte el lujo de que haya huecos entre tu discurso y tu realidad.
Checklist: Qué no hacer en tu estrategia ESG
✗ NO trates ESG como una campaña de marketing o relaciones públicas
✗ NO empieces por el reporte sin tener estrategia clara
✗ NO copies estrategias de otras empresas sin adaptar a tu contexto
✗ NO dejes ESG solo en manos del área de sustentabilidad
✗ NO te enfoques únicamente en temas ambientales, ignorando social y gobernanza
✗ NO diseñes tu estrategia sin involucrar a stakeholders reales
✗ NO establezcas metas irreales o sin base científica
✗ NO implementes sin tener sistema robusto de medición
✗ NO veas ESG como costo en lugar de inversión
✗ NO ignores la comunicación interna
✗ NO pases por alto el contexto regulatorio mexicano
✗ NO subestimes el nivel de escrutinio público actual
✗ NO hagas «greenwashing» pensando que nadie se va a dar cuenta
✗ NO busques resultados inmediatos en una estrategia de largo plazo
✗ NO implementes sin tener buy-in real del liderazgo senior
✗ NO olvides capacitar a tu equipo en conceptos básicos de ESG
✗ NO uses solo métricas vanidosas que no reflejen impacto real
✗ NO ignores los riesgos ESG específicos de tu industria
✗ NO subestimes la importancia de la cadena de suministro
✗ NO implementes sin considerar el impacto en la cultura organizacional
Recuerda: una buena estrategia ESG no es la que se ve bien en papel, es la que realmente transforma tu negocio para ser más resiliente, más eficiente y más competitivo en el largo plazo. Y sí, también es la que contribuye a un mundo mejor, pero eso viene como consecuencia natural de hacer las cosas bien, no como objetivo de marketing.
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Dr Roberto Carvallo Escobar
Director de Terraética