La globalización ha alcanzado niveles que indican precisamente lo que su nombre implica. Y esta idea de globalización implica una interconexión planetaria en la cual, la acción de un agente afecto a otro agente de la red sin estar en su inmediatez local. Y así, la idea de la aldea global o del mundo globalizado ha llegado a ser una realidad, por lo menos en Occidente o en entidades en que Occidente toma parte. Se ha creado un mundo conectado, es decir, una situación global con capacidad de acción y reacción, de afectación y de agencialidad nunca antes vista.
Por ello, la agencialidad y su ámbito de información -por ejemplo, el área de afectación de un proceso- es consecuencias de la situación de las nuevas formas de reparto de información y de los nuevos modelos de producción y distribución mercantil. Como un ejemplo, los nuevos modelos empresariales hacen evidente la cooperación y el outsourcing de empresas a lo largo del mundo -y por lo mismo de afectación global- haciendo que la sociedad haya creado redes de información que sobrepasan fronteras velozmente y que son detenidas fugazmente por las fuerzas tradicionales de los viejos órdenes políticos o empresariales.
El viejo modelo en que había un dueño de la información, quien era quien controlaba al mundo, ha cedido frente a las nuevas formas de distribución de la información. Con ello, han cedido también los viejos modelos empresariales y los viejos paradigmas. Si bien la idea de “La información es poder” puede permanecer eficiente hasta la fecha, hemos visto a lo largo de los últimos años la degradación del sistema monopolizado de información, lo que contrarresta el modelo que se ha seguido desde los años 50s. Ahora, los monopolios de información, las grandes empresas que controlan varios medios de información como periódicos, cadenas de televisión y demás forma de acceso a ella, se han visto detenidos por los enormes flujos de información que existe en el internet y en las demás herramientas informáticas-telemáticas que existen a disposición de las sociedades. Han tenido que cerrar grandes empresas por los recortes que han tenido que sufrir frente a la batalla perdida que han tenido contra los nuevos canales de información en la red. Esto ha producido que se hayan tenido que modificar y adaptar sus estrategias a los nuevos modelos de acceso a la información.
Pero lo importante aquí no es analizar estos cambios sino hacer notar una de las consecuencias de estos nuevos canales de información: se sabe más, se sabe más rápido y siempre se llega a saber. Sin caer en el viejo adagio de “La verdad siempre sale a la luz”, las nuevas tecnologías y las nuevas condiciones sociales del mundo han demostrado el poder -por ahora todavía en una etapa inicial pero imperante e indetenible- de las redes sociales y de los boicots organizados por las sociedades ya nacidas en el mundo virtual. Existe mayor capacidad para la fluidez de información y ésta llega a más ámbitos y culturas, cuyas capacidades de acción y de reacción pueden sobrepasar los cuatro poderes tradicionales bajo conceptos de presión social y política. No son únicos los casos en los que la legislación y los procesos de justicia se han visto influenciadas por el poder que ejercen los ámbitos socio-virtuales y han tenido que dar marcha atrás a sus propuestas. Y tanto ha tenido influencia el poder del área virtual que ha ayudado como instrumento de promoción y divulgación en los últimos cambios políticos del siglo como lo fue en las revoluciones sociales últimas. Un ejemplo de ello es la Primavera árabe.
Existen muchos otros casos en los que se hace evidente la capacidad de influencia de las sociedades a través del mundo virtual. Y no solamente es ahí en donde los cambios -en la esfera política nacional e internacional y en el sector privado a gran escala- en los que los boicots por parte de activistas sociales y ambientales han logrado detener prácticas nocivas por empresas trasnacionales a través de campañas que han tenido alcance global. Casos como estos son las campañas de Greenpeace, de PETA y otras organizaciones. Y no solamente se dado el caso a través de organizaciones no-gubernamentales sino también gracias a grupos sociales que se han visto afectados por las prácticas empresariales nocivas. Tal fue el caso de Coca-Cola en Kerala en donde grupos de mujeres unidas bajo una misma voz lograron detener el agotamiento de los mantos freáticos que ocasionaba la empresa.
La velocidad de los flujos de información ha permitido todo esto. Porque no solamente sucede que empresas de Occidente contratan empresas de otros lugares para bajar costos o para traspasar los daños ecológicos y sociales que hacen imposible sus prácticas en sus países, sino que también, gracias a la rapidez de los canales de información, se puede saber rápidamente las afecciones que causan ciertas prácticas y todavía más importante, el grado de afectación. Todo esto produce un escenario en que se sabe qué, quién y hasta dónde se afecta la actividad empresarial y toda su cadena de producción, aunque esté situada a miles de kilómetros de distancia. También se logra conocer cómo afecta y cómo afectarán ciertas prácticas.