En los últimos años, la descarbonización se ha convertido en un tema central dentro de las estrategias empresariales, particularmente en aquellas comprometidas con la sostenibilidad y la responsabilidad social. En mi experiencia como consultor en sostenibilidad y responsabilidad social empresarial, he tenido la oportunidad de trabajar con diversas empresas que han optado por la compra de bonos de carbono como una herramienta para mitigar sus emisiones. Si bien la compra de estos bonos puede parecer, a simple vista, un gesto hacia la compensación de emisiones, su impacto va mucho más allá. La inversión realizada en proyectos de secuestro de carbono tiene implicaciones profundas en las comunidades donde se implementan, detonando una serie de efectos positivos que trascienden el ámbito ambiental.

La medición del impacto socioeconómico de la descarbonización no es un proceso sencillo, pero es esencial para entender cómo una inversión empresarial puede transformar comunidades, no solo a nivel ambiental, sino también social y económico. Desde mi experiencia, he identificado varios indicadores clave que permiten evaluar este impacto de manera integral. Estos indicadores incluyen el empoderamiento comunitario, la reducción de la migración, el rejuvenecimiento del campo, la protección de la fauna y flora, y la restauración del suelo. En este texto, abordaremos cada uno de ellos, detallando cómo la inversión en secuestro de carbono puede detonar cambios significativos en estas áreas, así como las lecciones aprendidas y recomendaciones para mejorar la efectividad de estos proyectos.

1. Empoderamiento comunitario

Uno de los primeros efectos positivos que se observa cuando una empresa invierte en proyectos de secuestro de carbono es el empoderamiento de las comunidades locales. Esta inversión generalmente requiere la participación activa de las comunidades en la implementación de prácticas sostenibles, como la reforestación, la gestión de tierras y la conservación de recursos naturales. El empoderamiento comunitario no solo se manifiesta en términos de empleo, sino también en la adquisición de nuevas habilidades, conocimiento y participación en la toma de decisiones.

En varias ocasiones, he visto cómo las comunidades locales se han organizado en cooperativas o asociaciones para gestionar estos proyectos, lo que les otorga un mayor control sobre sus recursos y, en última instancia, sobre su futuro. La capacitación y el involucramiento en estos proyectos también fortalecen el tejido social y promueven una mayor cohesión comunitaria, ya que los miembros de la comunidad trabajan juntos hacia un objetivo común.

2. Reducción de la migración

Uno de los indicadores socioeconómicos más tangibles que hemos podido observar en los proyectos de descarbonización es la reducción de la migración rural hacia las ciudades. Muchas de las áreas donde se implementan proyectos de secuestro de carbono son regiones rurales que han sufrido durante años la fuga de su población hacia centros urbanos, en busca de mejores oportunidades económicas. Sin embargo, con la llegada de estos proyectos, se generan nuevas fuentes de empleo local, principalmente en actividades relacionadas con la reforestación, la agricultura regenerativa y la gestión de áreas protegidas.

Al ofrecer a los habitantes locales una fuente de ingresos estable y sostenible, se reduce la necesidad de emigrar, lo que a su vez contribuye a mantener la cohesión familiar y la estabilidad social en las comunidades rurales. En un caso reciente, trabajando con una empresa que invirtió en bonos de carbono, vimos una reducción de hasta un 30% en la migración de jóvenes hacia ciudades cercanas, lo cual fue un indicador clave del impacto positivo de este tipo de inversiones.

3. Rejuvenecimiento del campo

El impacto de los proyectos de descarbonización también se extiende al rejuvenecimiento del campo, no solo desde una perspectiva ambiental, sino también social y demográfica. En muchas comunidades rurales, la falta de oportunidades ha llevado a que la agricultura sea una actividad predominantemente ejercida por generaciones mayores, ya que los jóvenes prefieren migrar hacia las ciudades en busca de mejores perspectivas económicas. Sin embargo, los proyectos de secuestro de carbono ofrecen una nueva esperanza al crear incentivos económicos y oportunidades sostenibles dentro del sector agrícola.

En un proyecto en el que participé, observamos cómo la inversión en la restauración de tierras degradadas a través de la reforestación y la implementación de prácticas agrícolas sostenibles no solo mejoró la capacidad de secuestrar carbono y la calidad del suelo, sino que también atrajo a jóvenes que habían perdido el interés en el campo. Al ver las oportunidades que brindaban estas iniciativas, muchos decidieron quedarse o regresar a sus comunidades para trabajar en la agricultura regenerativa, aprendiendo técnicas como la agroforestería y la rotación de cultivos.

Este rejuvenecimiento del campo no solo fortalece la sostenibilidad económica de las áreas rurales, sino que también permite una transición generacional en la agricultura, asegurando que las prácticas sostenibles se mantengan a largo plazo. Al mismo tiempo, los jóvenes encuentran un sentido renovado de propósito y pertenencia, contribuyendo a restaurar el equilibrio social y ecológico de la región. La permanencia de las nuevas generaciones en el campo no solo garantiza la continuidad de la producción agrícola, sino que también impulsa la resiliencia de las comunidades rurales frente a los desafíos del cambio climático.

4. Protección de fauna y flora

La protección de la biodiversidad es otro de los efectos colaterales positivos que se detonan con los proyectos de descarbonización. La reforestación y la conservación de áreas protegidas, financiadas a través de la compra de bonos de carbono, no solo secuestran carbono, sino que también crean hábitats esenciales para la fauna y flora locales. En mi experiencia, he visto cómo estas inversiones permiten la recuperación de especies amenazadas y la preservación de ecosistemas clave.

En un caso particular, la reforestación de un área degradada en el sur de México permitió la creación de corredores biológicos que conectaron áreas previamente fragmentadas, lo que facilitó el desplazamiento de especies en peligro de extinción. Además, la recuperación de la flora nativa contribuyó a la regeneración del ecosistema en su conjunto, mejorando la disponibilidad de recursos naturales para las comunidades locales y asegurando la sostenibilidad a largo plazo del proyecto.

5. Restauración del suelo

La restauración del suelo es un aspecto crucial en cualquier proyecto de secuestro de carbono. Los suelos degradados no solo son menos productivos, sino que también son más vulnerables a la erosión, lo que agrava los problemas ambientales y económicos de las comunidades rurales. Sin embargo, los proyectos de descarbonización que incluyen prácticas como la reforestación, la cobertura vegetal permanente y la gestión sostenible del suelo pueden revertir estos efectos.

En proyectos en los que he participado, hemos observado cómo la restauración del suelo ha mejorado la productividad agrícola, permitiendo a los agricultores locales aumentar sus rendimientos y diversificar sus cultivos. Esto, a su vez, contribuye a una mayor seguridad alimentaria y mejora la resiliencia de las comunidades frente a fenómenos climáticos extremos. Además, la mejora de la calidad del suelo también tiene beneficios directos en la capacidad de secuestrar carbono, cerrando el ciclo de impacto positivo tanto a nivel ambiental como socioeconómico.

Aprendizajes y recomendaciones

A lo largo de mi experiencia trabajando en proyectos de descarbonización y medición de impacto socioeconómico, he aprendido varias lecciones que pueden ser útiles para aquellos que deseen implementar o evaluar este tipo de proyectos.

  1. Involucrar a las comunidades desde el inicio: El éxito de cualquier proyecto de descarbonización depende en gran medida del compromiso y la participación de las comunidades locales. Es crucial que las empresas no solo inviertan en los bonos de carbono, sino que también trabajen de manera cercana con las comunidades para asegurar que los beneficios se distribuyan de manera equitativa y que las iniciativas sean sostenibles a largo plazo.
  2. Desarrollar indicadores adaptados al contexto local: Si bien los indicadores generales como el secuestro de carbono son importantes, es igualmente crucial desarrollar indicadores que reflejen los impactos específicos en las comunidades locales. El empoderamiento comunitario, la reducción de la migración y la restauración del suelo son solo algunos ejemplos de cómo la descarbonización puede tener un impacto amplio y significativo.
  3. Monitorear y ajustar continuamente: La medición de impacto no debe ser vista como un evento único, sino como un proceso continuo. Las condiciones en las comunidades y en el entorno natural cambian con el tiempo, por lo que es importante monitorear regularmente los indicadores y ajustar las estrategias según sea necesario.

Conclusión

Medir el impacto socioeconómico de la descarbonización de las empresas va más allá del simple cálculo de toneladas de carbono secuestrado. Inversiones como la compra de bonos de carbono tienen efectos profundos y duraderos en las comunidades locales, afectando áreas como el empoderamiento comunitario, la migración, el rejuvenecimiento del campo, la protección de la biodiversidad y la restauración del suelo. Desde mi experiencia, estos proyectos, cuando se gestionan correctamente, no solo contribuyen a la lucha contra el cambio climático, sino que también crean oportunidades para el desarrollo sostenible de las comunidades rurales.

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Dr Roberto Carvallo Escobar

Director de Terraética