A lo largo de mi carrera como consultor en medición de impacto, me he enfrentado a un reto constante: ¿cómo demostrar, de manera clara y objetiva, los resultados de las inversiones sociales? Más allá de la voluntad de generar un cambio positivo en la sociedad, se necesita algo más concreto: mediciones que permitan entender y comparar los efectos de las diferentes intervenciones. Este desafío me ha llevado a trabajar con un enfoque que considero fundamental en mi práctica: las mediciones de impacto temáticas. A lo largo de los años, he aprendido que organizar la evaluación del impacto en torno a temas específicos, utilizando indicadores primarios y secundarios, no solo facilita la comparación de programas, sino que también ofrece una visión mucho más clara del verdadero alcance de las inversiones sociales.

La importancia de las mediciones de impacto temáticas

Cuando comencé a realizar evaluaciones de impacto, noté que muchas organizaciones caían en el error de medir sus programas sin un enfoque estructurado. Las intervenciones sociales son tan diversas como las problemáticas que intentan abordar, y sin una metodología clara, se corre el riesgo de no poder comparar resultados ni optimizar los recursos. Me di cuenta de que las mediciones de impacto temáticas son esenciales para superar este obstáculo, ya que permiten evaluar programas similares dentro de un área específica y, al mismo tiempo, generar datos comparables que puedan guiar decisiones futuras.

Una de mis primeras experiencias con este enfoque fue en el área de salud emocional. Varias organizaciones con las que trabajaba tenían programas destinados a mejorar el bienestar psicológico de poblaciones en vulnerabilidad, pero cada una medía el impacto de manera distinta. Al aplicar un marco temático, sería posible agrupar los programas bajo el mismo paraguas y diseñar indicadores que permitan comparar las diferentes intervenciones. Los resultados serían reveladores. No solo se puede identificar qué programas es más efectivos, sino también en qué aspectos podrían mejorarse.

Indicadores primarios y secundarios: mi herramienta clave

En mi trabajo, he aprendido que una medición de impacto efectiva debe incluir tanto indicadores primarios como secundarios. Los indicadores primarios son aquellos que miden directamente el objetivo principal de la intervención, mientras que los secundarios nos brindan una visión más amplia del contexto y los efectos colaterales.

En uno de mis proyectos sobre salud emocional, el indicador primario que utilicé fue la reducción de los niveles de estrés y ansiedad entre los participantes. Pero también establecí una serie de indicadores secundarios, como la mejora en las relaciones familiares y la productividad laboral, que me permitieron obtener una visión más rica del impacto del programa. Estos indicadores secundarios son cruciales porque, en muchos casos, revelan efectos positivos que no se habían previsto al inicio del programa.

Recuerdo que, al comparar dos intervenciones diferentes, una centrada en la terapia cognitivo-conductual y otra en el mindfulness, ambos programas mostraron una reducción significativa en los niveles de estrés. Sin embargo, el programa de mindfulness también presentó mejoras en la productividad laboral, un aspecto que inicialmente no estaba contemplado como un objetivo principal. Esto me permitió aconsejar a la organización que incluyera más actividades de mindfulness en sus programas futuros, debido a los efectos adicionales que generaba.

Cómo comparo inversiones sociales usando mediciones temáticas

Uno de los mayores retos en mi labor ha sido ayudar a las organizaciones a justificar sus inversiones sociales y, sobre todo, a compararlas. ¿Cómo puedes determinar si un programa de salud emocional ha tenido más impacto que uno enfocado en la educación en la primera infancia? Es aquí donde el enfoque temático cobra toda su importancia.

Cuando organizo las mediciones de impacto en torno a un tema específico, como la salud o la educación, puedo seleccionar indicadores que sean aplicables de manera transversal en varios programas. Por ejemplo, al trabajar en educación en la primera infancia, mis indicadores primarios incluyen logros cognitivos de los niños, desarrollo socioemocional y habilidades motoras. Sin embargo, también me aseguro de incluir indicadores secundarios, como la participación de los padres y la mejora en la asistencia escolar.

Este enfoque me ha permitido ayudar a las organizaciones a tomar decisiones más informadas. Cuando pueden comparar los resultados de diferentes programas con indicadores comunes, tienen una mejor comprensión de dónde dirigir sus recursos. En lugar de basarse únicamente en percepciones, cuentan con datos concretos que les muestran qué intervenciones son más efectivas y cuál es el retorno social de cada una.

Desafíos que enfrento en la implementación de mediciones de impacto temáticas

A pesar de las múltiples ventajas de este enfoque, no puedo negar que las mediciones temáticas presentan algunos desafíos. Uno de los más significativos es la necesidad de adaptar los indicadores a contextos locales. En mi experiencia, un programa que funciona bien en una región puede no tener los mismos resultados en otra, debido a diferencias culturales, económicas o sociales. Por eso, siempre trato de asegurarme de que los indicadores seleccionados tengan la flexibilidad suficiente para ajustarse a las particularidades de cada intervención.

Además, la disponibilidad de datos puede ser un problema. En ocasiones, he trabajado con organizaciones que no tienen sistemas robustos para recolectar la información que necesito para una evaluación adecuada. En esos casos, me ha tocado ser creativo, diseñando nuevas herramientas de recolección de datos y fomentando la colaboración entre las partes interesadas para obtener la información necesaria.

Cómo las mediciones temáticas guían las decisiones de inversión

Una de las mayores satisfacciones que encuentro en mi trabajo es cuando los resultados de mis mediciones de impacto guían decisiones de inversión. Al utilizar este enfoque temático, las organizaciones pueden ver claramente cuál de sus programas ofrece el mayor beneficio a la comunidad. Esto es crucial, especialmente en contextos donde los recursos son limitados y cada inversión cuenta.

He trabajado con varios donantes y financiadores que inicialmente tenían dificultades para determinar dónde debían dirigir sus fondos. Después de aplicar mediciones temáticas en sus programas, la información que obtuvimos les permitió tomar decisiones más estratégicas, basadas en datos objetivos. En lugar de seguir apostando por programas que no generaban el impacto esperado, pudieron redirigir sus recursos hacia aquellas intervenciones que demostraban un cambio real y sostenible en las comunidades a las que servían.

Mi metodología para una medición de impacto temática en salud emocional

Para cerrar, quiero compartir la metodología que sigo cuando realizo una medición de impacto temática, en este caso, aplicada a la salud emocional. Este enfoque es adaptable a otras áreas temáticas, como la educación en la primera infancia o el desarrollo comunitario:

  1. Definir los objetivos de la intervención: El primer paso es identificar los objetivos claros y medibles de la intervención en salud emocional. ¿Se busca reducir el estrés, la ansiedad, o quizás mejorar la resiliencia emocional de los participantes?
  2. Seleccionar los indicadores primarios y secundarios: Una vez definidos los objetivos, elijo los indicadores primarios que miden directamente el impacto, como la reducción en los niveles de estrés. También selecciono indicadores secundarios, como el aumento en la satisfacción laboral o las mejoras en la interacción social.
  3. Diseñar la recolección de datos: Aquí es donde identifico las herramientas más adecuadas para recolectar la información necesaria. Esto puede incluir encuestas de bienestar, entrevistas, o incluso datos sobre ausentismo y productividad en el trabajo.
  4. Realizar un análisis cualitativo y cuantitativo: Combino el análisis de datos numéricos (como los resultados de las encuestas) con un enfoque cualitativo, entrevistando a los participantes y evaluando sus experiencias personales en el programa.
  5. Comparar los resultados con otras intervenciones: Comparo los resultados obtenidos con otros programas similares en diferentes contextos o regiones, para tener una idea clara de la efectividad de la intervención.
  6. Generar recomendaciones: A partir de los resultados, desarrollo recomendaciones que ayuden a mejorar el programa o a replicar las mejores prácticas en otros contextos.
  7. Monitorear el progreso a largo plazo: Implemento un sistema de monitoreo continuo para asegurar que el impacto positivo de la intervención se mantenga y que el programa evolucione en función de los resultados obtenidos.

Este enfoque me ha permitido no solo evaluar el impacto de manera más eficiente, sino también generar un cambio real en las organizaciones con las que trabajo, optimizando el uso de sus recursos y mejorando la vida de las personas a las que sirven.

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Dr Roberto Carvallo Escobar

Director de Terraética