Aquí va una verdad incómoda: la mayoría de las empresas no sabe si su estrategia ESG está funcionando. Tienen programas, sí. Tienen reportes, claro. Tienen métricas, por supuesto. Pero si les preguntas «¿tu estrategia ESG está logrando lo que dijiste que lograría?», obtienes respuestas vagas, narrativas bonitas, y un montón de activismo corporativo sin evidencia real de impacto.
He visto cientos de estrategias ESG en mi trabajo con Terraetica. Algunas son transformadoras, rigurosas, y mediblemente efectivas. Otras no.
La diferencia no es el tamaño de la empresa ni el presupuesto invertido. La diferencia está en experimentar ciertos momentos reveladores que separan las estrategias reales de las performativas.
Después de años observando qué funciona y qué no, he identificado 10 momentos concretos que indican que tu estrategia ESG es real. Si has vivido al menos 7 de estos momentos, probablemente estás haciendo algo genuino. Si has experimentado menos de 5, probablemente falte más trabajo.
Aquí están. Con honestidad brutal y cero azúcar corporativa.
Momento 1: Cualquier empleado (no solo RH) puede explicar tu estrategia ESG en menos de 60 segundos
Este es el test más simple y más revelador.
Agarra a alguien al azar del equipo de operaciones, finanzas, o tecnología. Pregúntales: «¿Cuál es nuestra estrategia ESG?»
Si pueden articular en un minuto o menos los objetivos principales, las prioridades, y por qué importa para el negocio, tu estrategia ha llegado al momento de ser real.
Si tartamudean, dicen generalidades como «pues… ser más sustentables» o te miran con pánico porque «eso es cosa de RH», tu estrategia no ha permeado la organización. Es conocida por un departamento, no vivida por la empresa.
Trabajé con una empresa tecnológica que tenía una estrategia ESG de 40 páginas, hermosamente diseñada. Entrevisté a 15 empleados aleatoriamente. Ninguno pudo explicarla. Ni uno.
El problema no era la estrategia. Era que nunca se comunicó de manera que la gente la entendiera y se apropiara de ella.
La prueba: si tu estrategia requiere leer un documento de 40 páginas para entenderla, no es una estrategia. Es un reporte. Las estrategias reales caben en una servilleta y viven en las conversaciones cotidianas.
Cómo llegar a este momento: Simplifica tu estrategia a 3-5 objetivos claros que cualquiera pueda memorizar. Comunícalos constantemente. Y no solo en presentaciones formales, sino en decisiones diarias donde se hacen relevantes.
Momento 2: Cada iniciativa ESG tiene métricas de impacto, no solo de actividad
Este es donde se separa el trigo de la paja.
Iniciativas con métricas de actividad:
- «Realizamos 12 sesiones de capacitación en diversidad»
- «Plantamos 500 árboles»
- «Reciclamos 3 toneladas de residuos»
Iniciativas con métricas de impacto:
- «La capacitación en diversidad redujo incidentes de discriminación en 34% y mejoró la retención de grupos subrepresentados en 28%»
- «Los 500 árboles tienen tasa de supervivencia del 87% y están capturando 12 toneladas de CO2 anualmente»
- «El programa de reciclaje evitó 4.2 toneladas de emisiones y generó 45 mil pesos en ingresos por materiales recuperados»
¿Ven la diferencia? Una cuenta lo que hiciste. La otra demuestra qué lograste.
Si tu estrategia ESG está llena de métricas tipo «hicimos X actividades» pero no puede demostrar «generamos Y impacto», no has vivido este momento.
Una empresa de consumo tenía 17 iniciativas ESG. Les pedí que me mostraran el impacto medible de cada una. Solo 3 tenían métricas de impacto real. El resto era activismo sin evaluación.
Pasamos tres meses rediseñando cómo medían. Tuvieron que cancelar 5 iniciativas porque al intentar medir impacto, descubrieron que no estaban generando ninguno. Fue incómodo pero liberador.
Cómo llegar a este momento: Para cada iniciativa ESG, pregunta: «Si esta iniciativa funciona, ¿qué cambiará específicamente y cómo lo sabremos?» Esa respuesta es tu métrica de impacto. Si no puedes responderla, no lances la iniciativa hasta que puedas.
Momento 3: Puedes documentar toda tu estrategia ESG en menos de 4 horas de trabajo
La complejidad innecesaria mata estrategias.
Si tu proceso de recopilación de datos ESG requiere que 8 personas en 5 departamentos pasen semanas buscando información en archivos dispersos, sistemas inconexos, y correos perdidos, no has llegado a este momento.
Las estrategias ESG que funcionan tienen algo en común: son fácilmente documentables. Los datos fluyen naturalmente. La información está accesible. Reportar no es una pesadilla trimestral sino un proceso continuo y manejable.
Trabajé con una empresa manufacturera cuyo proceso de reporteo ESG tomaba 3 personas a tiempo completo durante 6 semanas cada año. El resultado: un reporte que nadie leía completamente y que estaba desactualizado el día que se publicaba.
Les pregunté: «¿Por qué es tan complejo?»
«Porque tenemos muchos indicadores que medir.»
«¿Por qué tienen tantos indicadores?»
«Porque… siempre los hemos medido.»
Rediseñamos. Eliminamos 40% de los indicadores (los que no informaban decisiones). Creamos sistemas simples de captura. Integramos todo en una plataforma accesible.
Resultado: el proceso ahora toma una persona, una semana. Y la información es más útil porque es más enfocada.
Cómo llegar a este momento: Si reportar tu ESG es un infierno, tu sistema está mal diseñado. Simplifica indicadores, digitaliza captura de datos, integra sistemas. La documentación fácil no es lujo, es señal de estrategia bien estructurada.
Momento 4: Tu estrategia ESG sobreviviría un cambio de liderazgo
Este es el test de institucionalización.
¿Qué pasaría si el CEO o el Director de Sustentabilidad que impulsa la estrategia ESG se va mañana? ¿La estrategia sobrevive o se desvanece?
Si tu estrategia depende de una persona específica para existir, no está institucionalizada. Es un proyecto de alguien, no una prioridad organizacional.
Las estrategias ESG que llegan a este momento están:
- Integradas en objetivos corporativos
- Vinculadas a compensación de múltiples líderes
- Incluidas en procesos de negocio
- Respaldadas por governance formal (comités, responsabilidades definidas)
Una empresa de servicios tenía una Directora de Sustentabilidad brillante que había construido toda la estrategia ESG. Era su visión, su energía, su pasión.
Cuando ella renunció, la estrategia colapsó en 6 meses. Nadie más la entendía completamente. Nadie más sentía ownership. Era «el proyecto de ella», no «nuestra estrategia».
Eso es fragilidad, no solidez.
Cómo llegar a este momento: Distribuye responsabilidad ESG entre múltiples líderes. Crea estructuras formales de governance. Integra objetivos ESG en evaluaciones de desempeño. Haz que sea parte del ADN organizacional, no el proyecto de un departamento.
Momento 5: Stakeholders externos validan lo que reportas internamente
Aquí está el test de credibilidad.
Es fácil decir internamente «somos líderes en sustentabilidad». Es otra cosa que tus clientes, proveedores, inversionistas, o comunidades lo confirmen.
Las estrategias ESG que funcionan tienen validación externa. No necesariamente certificaciones (aunque ayudan), sino reconocimiento genuino de stakeholders que lo viven.
Una empresa me presumió su liderazgo en diversidad. «Somos los mejores en nuestra industria», afirmaban.
Entrevisté a 20 empleados de grupos subrepresentados. La mayoría reportó exclusión, microagresiones, y falta de oportunidades reales de crecimiento.
La estrategia existía en PowerPoint. No existía en la experiencia de la gente.
Contrasta eso con otra empresa donde, sin que yo preguntara específicamente, múltiples empleados mencionaron espontáneamente: «Esta empresa realmente se toma en serio la inclusión.» Los proveedores decían: «Su programa de desarrollo de proveedores locales cambió nuestro negocio.» Los inversionistas confirmaban: «Su reporting ESG es el más transparente que vemos.»
Eso es validación externa. Y es el mejor indicador de que tu estrategia es real.
Cómo llegar a este momento: Busca activamente feedback de stakeholders externos. No solo encuestas, sino conversaciones profundas. Y cuando descubras desalineación entre lo que dices y lo que experimentan, ajusta. La credibilidad se construye con coherencia entre discurso y realidad.
Momento 6: Tus competidores te están copiando (o preguntando cómo lo haces)
Este es el test de liderazgo real.
Si tu estrategia ESG es genuinamente innovadora y efectiva, la competencia lo notará. Te invitarán a paneles. Preguntarán sobre tus prácticas. Intentarán replicar lo que haces.
Si llevas 5 años «trabajando en ESG» y nadie en tu industria te mira como referencia, probablemente no estás haciendo nada particularmente destacado.
No digo que el objetivo sea impresionar competidores. Digo que es un indicador. Las cosas que funcionan bien se notan.
Una empresa de logística desarrolló un modelo de medición de huella de carbono en última milla que era revolucionario. En dos años, tres competidores los contactaron pidiendo compartir la metodología. Asociaciones industriales los invitaron a presentar. Su enfoque se volvió benchmark sectorial.
Eso no pasó porque lo promovieron agresivamente. Pasó porque era objetivamente bueno y la gente lo notó.
Cómo llegar a este momento: Innova de verdad. No copies lo que todos hacen. Experimenta. Toma riesgos calculados. Si algo funciona espectacularmente bien, comunícalo públicamente. El liderazgo real se reconoce solo.
Momento 7: Tu estrategia ESG está integrada en decisiones de negocio, no aislada
Este es brutal y revelador.
¿Tus criterios ESG influyen en decisiones de negocio reales? ¿En qué mercados entrar? ¿Qué productos desarrollar? ¿Con qué proveedores trabajar? ¿Cómo estructurar compensación ejecutiva?
Si tu estrategia ESG vive solo en el departamento de sustentabilidad y el resto del negocio opera como si no existiera, no has llegado a este momento.
Entrevisté a un CFO que me dijo honestamente: «Tenemos una estrategia ESG muy bonita, pero cuando tomo decisiones financieras, no la considero. No porque no me importe, sino porque no está integrada en mis frameworks de decisión.»
Esa honestidad brutal es más valiosa que la ilusión. Porque al menos puedes trabajar en integración si reconoces que no existe.
Las estrategias ESG integradas se ven así:
- Criterios ESG en procesos de M&A
- Consideraciones de impacto en desarrollo de nuevos productos
- Métricas ESG en decisiones de inversión de capital
- Performance ESG vinculado a compensación variable de ejecutivos
- Riesgos ESG en enterprise risk management
Cómo llegar a este momento: Identifica las 10 decisiones de negocio más importantes que toma tu empresa anualmente. Pregunta: ¿criterios ESG están formalmente integrados en esas decisiones? Si la respuesta es no, empieza a integrarlos.
Momento 8: Tienes presupuesto protegido (no desaparece en crisis)
Este es el test de prioridad real.
¿Qué pasa con tu presupuesto ESG cuando vienen tiempos difíciles? Si es lo primero que se corta, tu estrategia ESG no es prioridad estratégica. Es un nice-to-have.
Las estrategias ESG que alcanzan este momento tienen presupuesto protegido porque se entienden como inversión estratégica, no como gasto discrecional.
Durante la pandemia, vi dos tipos de empresas:
Tipo A: «Tenemos que recortar costos, eliminemos el presupuesto de sustentabilidad.» ESG desapareció en tres meses.
Tipo B: «Tenemos que recortar costos, pero nuestros compromisos ESG son estratégicos. ¿Cómo los mantenemos con menos recursos?» Ajustaron, priorizaron, pero mantuvieron.
Cinco años después, las empresas Tipo B están mucho mejor posicionadas. Las Tipo A están reconstruyendo desde cero lo que destruyeron.
Cómo llegar a este momento: Conecta tu estrategia ESG con resultados de negocio tangibles. Demuestra ROI. Muestra riesgos mitigados. Si puedes probar que ESG genera valor, el presupuesto se protege solo.
Momento 9: Puedes mostrar retorno de inversión (o al menos valor capturado)
Hablemos de dinero, porque eventualmente todo se reduce a eso.
No todas las iniciativas ESG tienen ROI financiero directo, y está bien. Algunas generan valor de otras formas: riesgo mitigado, reputación mejorada, licencia social para operar.
Pero si NADA en tu estrategia ESG puede demostrar valor tangible capturado, tienes un problema.
Las estrategias que llegan a este momento pueden señalar:
- Ahorros de costos (eficiencia energética, reducción de desperdicios)
- Ingresos incrementales (productos sustentables, acceso a nuevos mercados)
- Riesgos evitados (multas, demandas, interrupciones)
- Acceso a capital (inversionistas ESG, mejores condiciones de financiamiento)
- Retención de talento (menor rotación, mejor atracción)
Una empresa implementó un programa de eficiencia energética como parte de su estrategia ambiental. Inversión: 8 millones de pesos. Ahorro anual: 3.2 millones. Payback: 2.5 años. Ahorro acumulado a 10 años: 32 millones.
Ese programa se justifica solo financieramente. El beneficio ambiental es adicional.
Pero muchas empresas tienen programas así y nunca calculan el retorno. Entonces cuando alguien pregunta «¿por qué gastamos en esto?», no hay respuesta cuantificada.
Cómo llegar a este momento: Para cada iniciativa ESG, identifica qué valor genera. Si es financiero, cuantifícalo. Si no es financiero directo (reputación, riesgo), articula el valor claramente. «Se siente bien hacerlo» no es suficiente justificación estratégica.
Momento 10: Estás dispuesto a cambiar la estrategia basándote en datos
Este es el test de madurez final.
¿Qué pasa cuando los datos muestran que algo en tu estrategia no está funcionando? ¿Lo ajustas o lo defiendes?
Las estrategias ESG maduras son adaptativas. Se revisan. Se cuestionan. Se mejoran basándose en evidencia.
Las estrategias inmaduras son dogmáticas. «Esta es nuestra estrategia y la vamos a ejecutar sin importar qué.» Aunque los datos griten que no funciona.
Trabajé con una empresa que tenía un programa de economía circular que consumía 40% de su presupuesto ESG pero generaba impacto mínimo. Los datos eran claros: alto costo, bajo impacto.
La recomendación obvia era reorientar recursos hacia iniciativas más efectivas.
La respuesta: «Pero llevamos tres años construyendo esto. No podemos simplemente cambiarlo.»
Sí, pueden. Y deben. Si los datos dicen que no funciona, la valentía no es persistir. La valentía es pivotar.
Otra empresa tenía un programa de diversidad que los datos mostraban funcionaba espectacularmente bien. Decisión: duplicar inversión y expandirlo.
Esa es adaptación basada en evidencia. Hacer más de lo que funciona, menos de lo que no funciona.
Cómo llegar a este momento: Institucionaliza revisiones periódicas de estrategia basadas en datos. No anuales, cada 6 meses. Pregunta: ¿qué está funcionando? ¿Qué no? ¿Qué debemos cambiar? Y entonces, cambia. La estrategia ESG no es escritura sagrada, es hipótesis que se valida con evidencia.
Entonces, ¿cuántos momentos has vivido?
Hora de autoevaluación honesta.
Ve momento por momento y pregúntate: ¿hemos vivido este?
10 momentos experimentados: Felicidades, tienes una estrategia ESG de clase mundial. Escribe un libro, da charlas, comparte tu metodología.
7-9 momentos: Muy bien. Estás en el camino correcto. Identifica los momentos que faltan y trabaja en experimentarlos.
4-6 momentos: Estás en territorio medio. Tienes bases pero hay trabajo importante por hacer. Prioriza los momentos más críticos para tu contexto.
1-3 momentos: Honestamente estás haciendo activismo corporativo más que estrategia real. Necesitas repensar fundamentalmente tu enfoque.
0 momentos: Si no has vivido ninguno, la buena noticia es que solo puedes mejorar. La mala es que estás básicamente empezando de cero aunque creas que llevas años trabajando en ESG.
Y aquí está lo importante: no se trata de flagelarte si descubres que no has experimentado muchos momentos. Se trata de honestidad. De saber dónde estás realmente parado para poder mejorar.
Como me enseñaron estudiando filosofía con los escépticos griegos: la duda metódica no es pesimismo, es el inicio del conocimiento real. Cuestionar tu estrategia ESG no es debilidad, es el primer paso hacia fortalecerla.
Los tres facilitadores que hacen todo más fácil
Déjenme compartir algo que he observado: las empresas que experimentan más momentos tienen tres cosas en común que facilitan todo:
Facilitador 1: Medición sistemática de cada iniciativa
No miden solo la estrategia global. Miden cada iniciativa individual. Eso les permite saber qué funciona y qué no. Pueden optimizar continuamente porque tienen datos granulares.
Si mides solo a nivel macro («nuestra estrategia ESG» como un todo), no puedes diagnosticar problemas específicos. Es como un doctor que solo puede decir «estás enfermo» pero no puede especificar qué órgano tiene el problema.
Facilitador 2: Documentación fácil y continua
Las empresas que lo hacen bien no tienen procesos de documentación complejos y anuales. Tienen sistemas simples que capturan información continuamente.
Usan plataformas digitales, automatizan donde es posible, integran sistemas. La documentación no es un evento doloroso, es un flujo natural.
Cuando documentar es fácil, medir es fácil. Cuando medir es fácil, gestionar es fácil.
Facilitador 3: Cultura de transparencia y aprendizaje
Las mejores estrategias ESG viven en empresas donde está bien decir «esto no funcionó» sin ser castigado. Donde experimentar es valorado. Donde los datos se prefieren sobre las narrativas bonitas.
Esa cultura no se puede imponer. Pero se puede cultivar, empezando desde el liderazgo.
La invitación final
El mundo no necesita más estrategias ESG performativas. Necesita estrategias que realmente funcionen. Que realmente cambien impactos. Que realmente generen valor. Y la única forma de tener esas estrategias es siendo brutalmente honestos sobre dónde estamos hoy.
Así que te invito a dos cosas:
Primero: Evalúa honestamente cuántos momentos has vivido. No para castigarte, sino para saber desde dónde partes.
Segundo: Elige los 2-3 momentos más críticos que aún no has experimentado y haz un plan para vivirlos en los próximos 12 meses.
No intentes experimentar los 10 simultáneamente. Eso es receta para parálisis. Pero sí comprométete a mejorar sistemáticamente.
Porque al final, la diferencia entre una estrategia ESG que funciona y una que solo parece funcionar está en estos detalles. En vivir estos momentos. En hacer el trabajo duro de medir, documentar, ajustar, y mejorar.
Como diría Aristóteles: la excelencia no es un acto sino un hábito. Las estrategias ESG excelentes no son el resultado de un momento de inspiración, sino de hábitos sistemáticos de rigor, medición, y mejora continua.
¿Listos para cultivar esos hábitos?
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Dr Roberto Carvallo Escobar
Director de Terraética

